Luces de Neón (by Merce Fearless)

''We're happy, free, confused and lonely, at the same time. It's miserable and magical.''
   Recuerdo las luces de neón resplandeciendo en aquella inmensa oscuridad. Recuerdo la música sonando a todo volumen, y aún puedo sentirla en mis oídos. Recuerdo el bullicio de la gente, impaciente por comenzar a divertirse, impacientes por que empezara la fiesta.
   Todos llevaban el año entero esperando aquella noche.
   Pero, claro, siempre hay alguna excepción.
   En este caso, esa era yo.
   Era abril, y la noche más esperada del año se acercaba. Yo estaba tirada en el sofá, hundiéndome en la música de mis auriculares y en el libro que estaba leyendo, como todas las tardes. Justo a mi lado estaba mi mejor amiga, Stephanie, cuyo único tema de conversación -o más bien monólogo, teniendo en cuenta que yo no la estaba escuchando- seguía siendo el mismo.
   -Vamos, Julie -suplicó de nuevo-, ¡tienes que venir!
   Steph podía ser mi mejor amiga, pero a veces me sacaba de quicio.
   Puse los ojos en blanco.
   -Ya te he dicho que no -repetí, con un tono tajante.
   Stephanie era el tipo de chica que atrae a todos los chicos, al menos por su físico. Su cabello era completamente rubio, de un tono que casi llegaba al blanco, y sus ojos tenían un color azul gélido. Su personalidad contrastaba totalmente con su aspecto. Era alocada, sí, y también muy inquieta, pero sabía ser responsable. Sabía poner en orden sus prioridades, y cuando una cosa se le metía en la cabeza, no había quien la convenciera de lo contrario. Esta vez, lo que quería era que yo fuera a aquel concierto que había una única vez al año en nuestro pueblo de mierda, alejado del resto del mundo. Y eso era algo a lo que yo me negaba a acceder, por mucho que insistiera.
   -Julie -dijo ella, muy seria-, no puedes perdértelo otra vez.
   -Olvidas que me lo pierdo todos los años. No voy a cambiar mi tradición.
   Stephanie me miró, con cara de no estar de broma. Estaba realmente molesta porque no conseguía convencerme. Yo era dura como una roca en mi opinión de no ir nunca a aquel acontecimiento, y no iba a cambiar mis planes por nada.
   -No es gracioso. Sabes que lo que te pasa es que eres muy vaga.
   Sí, en parte esa era la razón. Me daba pereza salir de casa. Además, ¿para qué necesitaba yo salir de mi refugio? Allí tenía todo lo que necesitaba; comida, internet y cama. No tenía que salir para nada, excepto para lo que fuera estrictamente necesario. Aquel concierto no lo era,
    -Vale, admito que soy vaga. Es cierto. Pero tampoco tengo interés en ir.
    -Eres muy rara, Julie, y...
   -Sé que soy rara -la interrumpí, para dejárselo claro, a pesar de que se lo había dicho millones de veces.
   -Sé que lo sabes. Pero no te entiendo. Te pierdes el concierto más importante del año y no te importa. ¿Sabes las oportunidades que puedes estar dejando escapar? ¿Y si por casualidad te sacan al escenario? ¿Y si conoces al chico de tu vida allí? ¿Y si...
    -Tengo diecisiete años -le recordé-, no voy a conocer al ''chico de mi vida''.
    -Meh, lo que sea -dijo ella, encogiéndose de hombros-. Pero podrías conocer a alguien y enamorarte.
  Ambas sabíamos que eso no era posible. Nadie se iba a fijar en mí, ni en mi estúpida maraña de pelo castaño, ni en mi pálida y horrible cara, ni en mi ropa oscura. Por supuesto que no. Era algo impensable. Sin embargo, Stephanie me hubiera dicho cualquier cosa con tal de que yo accediera.
    -Está bien -dijo, y yo creí que se había dado por vendida al fin, pero no era así-. Haremos un trato -arqueé una ceja, extrañada por la propuesta de mi amiga-: irás al concierto, ¡sí, irás! -añadió rápidamente al ver que iba a replicar-, pero con la condición de que, si no te diviertes y ves que es tan horrible como crees, no insistiré ningún año más. Lo juro, pero...
   -Siempre tienes algún pero.
   -Sin pero no hay trato. Si te diviertes, si ocurre algo de lo que te he dicho, si resulta que te sientes bien en el concierto, estás obligada a ir todos los años. No más excusas de pereza.
   -Está bien -respondí, para su sorpresa.
   En el rostro de Stephanie se dibujó una gran sonrisa, y me hizo jurar que cumpliría el trato.
   -Lo juro -dije, sin miramientos.

   La noche del concierto me reuní con Stephanie a las siete en punto en la puerta de mi casa. Ella ya tenía carné, así que vino a recogerme en su coche.
  Me había vestido diez minutos antes de las siete, por lo que no me había dado tiempo a mucho. Llevaba unas converse naranja fosforito, medias negras de rejilla, unos shorts y una camiseta que decía shut the fuck up en letras mayúsculas, visibles aunque te situaras a varios metros de distancia. Era mi conjunto favorito, y aunque no estaba segura si encajaba con el aspecto que debía tener para el concierto, me dio exactamente igual. Me había delineado los ojos, cosa que a Steph le sorprendió.
   -¡Vas maquillada! -exclamó al verme.
  -No esperes verme con esto en la cara nunca más -dije, señalando a mi rostro, mientras entraba en el coche. Odiaba el maquillaje-. Y hola a ti  también.
   Ella notó que yo estaba un poco tensa, incómoda por tener que ir a aquel sitio lleno de gente, con una música que ni siquiera te dejaba oír lo que estabas diciendo, y luces de colores por todas partes.
   -Ya verás como todo va a ir bien. Y recuerda; lo importante es que te diviertas.
   El coche arrancó y yo me fijé en el atuendo de Stephanie. Llevaba un crop top con un dibujo de un unicornio, unos shorts vaqueros, unas sandalias con plataforma, y una chaqueta vaquera. Llevaba el look propio para esa noche, al contrario que yo, que más bien parecía ir a recoger basura. Pero la verdad es que no me importaba en absoluto. Como había dicho Steph, lo importante aquella noche era divertirse, incluso aunque fueras al concierto a regañadientes y obligada por tu mejor amiga.
    Llegamos a la playa, donde estaba montado el enorme escenario en el que el grupo sin nombre de aquel año tocaría recopilaciones de canciones mientras la aglomeración de gente bailaba como podía. Algo de lo más divertido, sí.
    Cuando bajamos del coche, Steph me dedicó una de sus sonrisas de ''tranquilízate, todo saldrá bien'', pero yo no sentía eso. Comenzaba a ver las luces de neón brillando desde el escenario, el bullicio de la gente, y empecé a agobiarme.
   Ah, por cierto, otra de las razones por las que no iba a aquellos conciertos era por mi claustrofobia. Tanto las aglomeraciones como los espacios cerrados me daban pánico.
    Las rodillas comenzaron a temblarme y mi respiración se aceleró. Sentía que podía desmayarme en aquel momento, aunque aún no habíamos llegado junto a la gente. Desde el sitio donde estábamos, apenas diez metros alejadas del escenario, se veía al bullicio de personas. Dios, debía haber miles.
   -Tranquila -repitió Steph.
   Cerré los ojos, respiré hondo, y comencé a caminar, con paso decidido, hacia el escenario. No iba a dejar que una jodida fobia me dominara. Y, en aquel momento, mi mente cambió por completo. En aquel momento, quise disfrutar al máximo de aquella noche,
   Llegamos junto a la multitud y entonces dejé de escuchar la voz de mi amiga tratando de tranquilizarme. Tan solo podía oír el ruido que hacían aquellas personas y la música que iba a hacer que me explotasen los tímpanos. Nos hicimos un hueco como pudimos y esperamos a que el grupo saliera al escenario, mirando hacia allí.
   Unos minutos más tarde, una chica con el pelo de un tono rojo fuerte salió al escenario, con una guitarra eléctrica entre las manos.
   -¿Estáis listos? -gritó la joven, que no parecía tener más de veinte años.
 La multitud comenzó a gritar, frenética, y entonces la música comienza a sonar. Las primeras notas de Radioactive me golpearon los oídos, y entonces sonreí. Era una de mis canciones favoritas.
 Cada una de las personas que había en aquel lugar comenzaron a bailar, sincronizadamente, al ritmo de la canción, aunque su baile no eran más que pequeños saltitos agitando los brazos en el aire, y no pude hacer otra cosa que seguirles la corriente. Cerré los ojos y empecé a dar saltos al ritmo de la música,  literalmente sintiendo cada nota en los oídos, saboreándola como si fuera lo único que me mantuviera viva.
  A medida que las canciones iban pasando, empecé a divertirme de verdad. Nunca lo hubiera imaginado, pero había algo en el hecho de estar allí, compartiendo canciones y bailes con aquella gente que no conocía absolutamente de nada, que me hacía sentirme... bien.
   Entones, aquel grupo de desconocidos comenzó a tocar la canción que más encajaba con el momento, y al ritmo de 22, la multitud se dirigió a la playa. Stephanie y yo los seguimos, integradas en aquel enorme grupo de gente como si fueran nuestros amigos de siempre. Sin darnos cuenta, estábamos riendo, salpicándonos con agua salada, y bañándonos en el mar mientras la música de aquella canción aún sonaba. No importaba que fuera la una de la mañana. No importaba que fuese abril, ni que no hiciera tiempo de bañarse. No importaba que no llevásemos bañadores ni que nos fuésemos a resfriar. No importaba nada.
   En ese momento, fuimos libres.
   En ese momento, fuimos felices.
~ Merce Fearless (Stay Strong)

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